CORTONA

Informe para el Capítulo General de 2005

Con ocasión de las celebraciones de 1998 el Abad General animó a nuestras comunidades a que establecieran relaciones amistosas con los monasterios de la Orden Cisterciense; desde esta perspectiva hemos tomado contacto con el Monasterio de Cortona que se encuentra en nuestra región y que en el pasado estuvo en relación con nuestro Monasterio. Visité este monasterio en enero de 1997, con Sor Luciana, Priora entonces de la comunidad de Valserena. Fue un encuentro bueno que nos dejó una impresión positiva, a pesar del estado precario de la comunidad. Las hermanas nos preguntaron pronto si podríamos ayudarlas. Dimos varios pasos en esta dirección, pero debimos detenernos ante varios impedimentos de orden jurídico; finalmente, en el curso del 2000, se abandonó el proyecto. Pero fue el obispo de Arezzo quien relanzó el asunto de una manera inesperada, cuando me telefoneó durante el mes de octubre de 2004.

Supe inmediatamente que la petición la suscitaron los habitantes de Cortona, que no querían ver el monasterio cerrado y convertido en hotel. Cortona es un centro espiritual importante y hay mucha gente que peregrina allí; además es una villa original y con mucha riqueza artística. En los últimos tiempos muchas comunidades religiosas han cerrado sus conventos y monasterios, que se han convertido en complejos hoteleros. El monasterio de las Cistercienses se encuentra en una zona que permanece zona sagrada, con un pequeño convento de dominicas y un prestigioso monasterio de Clarisas. Las Cistercienses son muy fieles a su vida y gozan de la estima y del respeto de la población de Cortona.

Me puse de acuerdo con el obispo para que él mismo viniera a presentar su petición a la comunidad. Sin embargo, entre tanto, el regreso de Sor Marita y de Sor Marta me hizo comprender que debía dar prioridad a proyecto de ellas. En contacto de nuevo con el obispo, me hizo saber que se prestaba a esperar, pero no a renunciar. Una vez examinado el proyecto sirio y tomada una decisión sobre este punto, vino el Obispo a encontrarse con la comunidad, el 5 de abril de 2004, lunes santo, para presentar su petición. Al día siguiente, en una reunión comunitaria, manifesté mi disponibilidad para este proyecto, haciendo observar que había aparcado la toma de decisión por lo de Siria. Hice saber que Sor Luciana estaba disponible para este proyecto y que le confiaba la responsabilidad, y les dije que si se presentaban tres voluntarias era una señal de que Dios bendecía esta iniciativa. Le dije al obispo que para realizar este proyecto hacían falta cinco milagros y que el primero de ellos ya se había producido, puesto que tres hermanas se habían presentado como voluntarias, aunque a continuación solamente una de ellas podría efectivamente partir para Cortona.

El 10 y el 11 de junio de 2004 tuvimos dos encuentros, en que la comunidad se mostró abierta a este proyecto.

El 1 de junio de 2004, acompañada por nuestro Procurador General, visité al Secretario de la Congregación de Religiosos, Mons. Nesti, a quien el Obispo de Arezzo había informado ya del proyecto. El 20 de julio recibíamos una carta suya, invitando a las abadesas de los dos monasterios a preparar un estatuto, que precisara las relaciones entre los dos monasterios, estatuto que luego sería sometido a la aprobación de esta Congregación.

Después del fracaso que vivimos antes, me di cuenta que este puntoo era el más delicado, porque se trataba de poner de acuerdo la legislación de nuestras dos Ordenes Religiosas. Mientras tanto, desde Cortona, las hermanas me presionaban; desde que empezó nuestra relación habían fallecido seis hermanas y las que habían partido no eran las más ancianas de todas. Actualmente queda una monja de 55 y cuatro de más de 80. La comunidad ha sido muy probada y fuertes presiones se ejercen sobre ellas para que cierren el monasterio. Estamos en este momento en pleno verano, el P. Inmediato se encuentra en Africa y el Abad General en Japón. Decido pues asumir la responsabilidad de redactar con las hermanas de Cortona el documento pedido y, después de haberlo sometido a la comunidad, lo trasmito a la Congregació sin esperar más.

Se trata de un pacto de ayuda, estipulado entre las dos comunidades, basado en nuestro Derecho fundamental común, la Regla de San Benito y la Carta de Caridad. El Pacto quiere ser una aplicación concreta y actual de esta última. Se han tenido en cuenta las Constituciones de la Orden Cisterciense y las nuestras y las obligaciones impuestas por cada una de ellas. En fin, está bajo la tutela del Obispo de la diócesis, hasta que la comunidad sea capaz de elegir una abadesa y vivir sin ayuda exterior. El 28 de agosto de 2004, recibimos una primera respuesta muy estimulante de la Congregación; sin embargo, antes de aprobar definitivamente el pacto, nos pedía que se consultase a los Padres Inmediatos, a los Abades Generales y al Obispo de la diócesis.

Entonces informamos y consultamos tanto al consejo pastoral como a la comunidad. El 20 de septiembre, con un voto casi unánime, la comunidad aceptó entrar en la fase de puesta en marcha del proyecto.

Ell 26 de octubre recibimos el nihil obstat y la bendición de la congregación. Sor Luciana partió el 10 de diciembre para Cortona, donde se le unió Sor Lucía el 14 de marzo. El 25 de marzo, el Pacto entró en vigor y Sor Luciana fue nombrada Priora.

La comunidad de Valserena comienza entonces a vivir un periodo de reajuste, afronta algunas pruebas y se espanta también de lo realizado. La tercera hermana que esperábamos ver partir sin esperar no lo ha podido hacer. Enviamos entre tanto a Cortona las jóvenes profesas y esperamos días mejores.

Podríamos añadir a esta relación un aspecto interesante de la aprobación de la Congregación de religiosos que dice: “Por parte de este Dicasterio nada se opone a que se ponga en práctica este proyecto, según los estatutos que vuestras dos comunidades os habéis dado de común acuerdo”. Esto significa que la Congregación no ha dado fuerza de ley a estos estatutos con una aprobación oficial, como la que se da cuando se trata de una federació y como nosotras esperábamos, pero ha reconocido a nuestras dos comunidades el derecho de establecer este pacto y de actuar concretamente según las disposiciones establecidas por las dos comunidades. Ahora, si nuestras comunidades pueden actuar así con pleno derecho, esto se justifica porque se ha establelcido entrar dentro del carisma de las dos comunidades y de las dos Ordenes, unidas en un único tronco monástico; se ha reconocido así la libertad de dos comunidades sui juris a poner en práctica lo que puede ser bueno y oportuno en el marco de su carisma y de los textos fundamenales que regulan su vida, en vistas a un fin esencial.